Alba Beltrá Escolano junto con el equipo de Youth Commission de la UIAA hicieron cumbre en el Monte Kazbek 5047 m

Alba Beltrá Escolano junto con el equipo de Youth Commission de la UIAA hicieron cumbre en el Monte Kazbek 5047 m

Relato de Alba Beltrá Escolano
Alba Sánchez Esteban

El 5 de julio inicié mi viaje, sobre las 18:30 de la tarde cogí el tren desde la estación de Elda con dirección Madrid. Tuve que iniciar el viaje un día antes y hacer noche en Madrid, porque no me coincidían los trenes con la salida del avión del día 6. Tengo que decir que era la primera vez que hacia un viaje “sola” y la verdad es que se vive todo de otro modo, con mucha atención, con más intensidad… Cuando llegué al aeropuerto de Madrid enseguida me dirigí a la oficina de atención al cliente y preguntar dónde tenía que facturar. Fue muy poca la espera hasta que nos reunimos todos los miembros españoles de la expedición. Las sensaciones fueron muy buenas y sabía que íbamos a encajar a la perfección. El primer vuelo nos llevó hasta Kiev donde esperamos un par de horas hasta coger el siguiente vuelo que nos llevaría hasta Tibilisi.
Llegamos a Tibilisi sobre las 23: 30, Fuera del aeropuerto nos esperaban los guías, y Zura el responsable. Cogimos todos los petates y nos trasladaron en dos coches al centro de Tibilisi, a un hotel que se encontraba en una gran avenida. Del hotel me llamó la atención los techos tan altos, la cantidad de cuadros y la antigüedad y clásico de la decoración y sus muebles.
Antes de emprender el viaje hasta la montaña, pasamos un día de visita por Tibilisi. Hicimos el cambio de monedas de euro a laris y visitamos los lugares más típicos de la zona.
En general, esta ciudad se encuentra muy atrasada y vive en una burbuja que se ha quedado estancada. No hay ley ante el volante, no hay respeto hacia el peatón y el clacson les es útil para todo, en todo momento están pitando. En sus calles hay falta de higiene y sus paisanos o bien son pobres o bien te encuentras a uno con camisa y corbata, al igual que podías encontrarte con coches millonarios y coches casi extinguidos.
El día 8 nos esperaban dos furgonetas cerca de un hotel para llevarnos a kazbegi.
Una vez en Kazbegi  cogimos las mochilas y empezamos a caminar. Llegamos hasta los 1200 metros, en un prado verde rodeado de montañas y donde había un monasterio.
Al día siguiente nos dirigimos al campo dos, situado a unos 2800 metros, cerca de un rio y a vistas del glaciar y de un valle más pelado y nevado. Hasta aquí todo normal, pero para llegar a este campo la complicación vino a la hora de cruzar el caudaloso rio.
La mañana siguiente amaneció lluviosa y con niebla, esta etapa fue una de las más duras también pero porque el tiempo no acompañaba y había tramo de canchal de piedras sueltas y cruce de rio con hielo que resbalaba mucho. Luego nos topamos con el glaciar, un glaciar de grandes dimensiones con grietas. Al finalizar el glaciar nos esperaba el refugio a unos 3600 metros que nos vino muy bien para descansar y retomar algo de fuerzas. El refugio estaba muy bien aunque podrían cuidarlo mejor en cuanto a cuidado e higiene, pero con el cansancio y todo no podíamos pedir más. Lo que me pareció curioso fue el servicio que habían fabricado unos metros alejado del albergue, con chapa, piedra y madera.
El día 11 lo empleamos para aclimatar, subimos hasta los 3900 metros. Y el resto del día a descansar y reponer fuerzas para el día siguiente.
El 12 descansamos en el refugio y aprovechamos para planear los días que nos quedaban, la ascensión  y tal. La decisión que se tomó fue hacer campamento de altura y al día siguiente atacar la cumbre.
El día 13 iniciamos la subida con tiendas y mochilas hasta la plataforma situada a unos 4200 metros. Aquello era una planicie entre medio de montañas nevadas, blancas, de un blanco que no te dejaba ver si no era con gafas de sol. Hicimos un campamento con palas formando muros de nieve para evitar que el viento afectara a las tiendas y así resguardarnos mejor. Calentábamos nieve en el infiernillo y la comida era muy reducida para el desgaste que llevábamos encima. La noche fue muy dura, estuvo pasada por agua, nieve y finalmente hielo que lo que hizo es condensar el interior de la tienda y mojar parte de los sacos.
Y de madrugada sobre las 5 nos levantamos, tomamos algo y empezamos es ascenso a la cumbre. Esta ascensión consto de caminata con piolet y bastón por ladera hasta un punto en el que el hielo nos obligó a ponernos crampones. Poco a poco la cosa se iba poniendo más y más vertical hasta que llegamos a un plano a 3900 metros. Y una vez allí nos quedaba una pala de 100 metros en la que tuvimos que escalar en hielo con cuerda fija, jumar, piolet y crampones, y una vez superado este paso solo faltaba una lomita y  arriba nos esperaba la deseada cumbre.
Cuando llegamos a lo más alto todo el sufrimiento se transformó en emoción y felicidad, fue algo muy gratificante. Unas vistas espectaculares, una sensación jamás experimentada.
Y luego la ascensión resulto ser más rápida pero sin dejar de ser peligrosa y con mucha precaución. De hecho en la segunda parte de la ascensión, una vez pasado el campamento de altura Guillermo cayó en una grieta, pero salió sin problemas ahora bien me puse muy nerviosa ya que yo iba encordada detrás de él y lo que hice fue bloquear la cuerda tensándola y sujetándolo. El resto del descenso fue normal y sin percances.
Yo destacaría la dificultad en momentos a la hora de establecer conversación con los georgianos y Ucranianos, ya que mi inglés es muy escueto y encima su vocabulario es muy diferente. Pero Guillermo dominaba bien el inglés y pudimos entendernos bien.
En cuanto a la gente yo diría que ha habido de todo; gente más reservada, más cerrada y gente más sociable y simpática. Pero en general son personas un poco complicadas nose una vez las conoces muy bien pero cuesta ganárselas.

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